jueves, 15 de febrero de 2024

KYOSHO 406

 KYOSHO 406

 Comentarios iniciales por

 Yamada Ryôun

Informe del Kenshukai en Manresa

  El Kenshukai para aquellos que han terminado todos los koans se celebró del 5 al 13 de agosto en Manresa, una casa de espiritualidad jesuita, en Pickering, una ciudad al lado de Toronto, Canadá. En este mismo lugar celebramos el Sesshin de la Sanbozen de América del Norte (NASZ), del cual informé en el número anterior de nuestro Kyôshô. Las reuniones del Kenshukai se han ido celebrando anualmente en agosto, pero, lamentablemente, tuvieron que suspenderse debido a la Covid-19 en el 2020. En el 2021 se llevó a cabo un Kenshukai online, y el año pasado, después de una interrupción de 3 años, pudimos tener un Kenshukai “auténtico” (ref. “Comentarios iniciales" en el Kyôshô nº 402).

  Como he comentado a menudo, los participantes son aquellos que han terminado los koans hasta el Denkoroku y han sido aceptados por mí. El formato es la discusión abierta de cada koan seguida de mis comentarios resumidos, en definitiva, se puede decir que es un taller sobre los koans. El año pasado en el Kenshukai de España se formó el grupo 2C (tercer grupo de la segunda generación). Esta vez el grupo 2B (segundo grupo de la segunda generación) trabajó en el Shoyoroku y el grupo 2C en los Koans Misceláneos. Se reunieron 20 participantes en el grupo 2B y 17 en el grupo 2C, es decir, un total de 38 incluyéndome a mí. De los diecisiete miembros del grupo 2C, 6 participaban en el Kenshukai por primera vez. 

  Todos nos reunimos en la tarde del 5 de agosto, luego se hizo una introducción, y después de la cena comenzamos el Kenshukai tras una sentada. 

  El grupo 2C trabajó tres días, del 6 al 8 de agosto, luego hubo un día de descanso; 2B tuvo tres días del 10 al 12 de agosto. 

  El Grupo 2C comenzó desde los Koans Misceláneos nº 20 ("Sutra del Diamante") y terminó con el Mumonkan nº 7 ("Joshu ‘Lava tu cuenco’"). El Grupo 2B comenzó con el Shoyoroku nº 65 (“’La novia’ de Shuzan’”) y terminó con el nº 78 (“’El bollo de arroz’ de Unmon” ).

  Además de mis propios teishos, Gilbert Bender y Shana Smith dieron los teishos del grupo 2C y del grupo 2B fueron Marlis Müting y Carolyn Seburn.

   Mis teishos fueron sobre "El perro de Joshu" para el 2C y "El zorro de Hyakujo" para el 2B (ambos del Mumonkan). Gilbert habló sobre "Las Tres Barreras de Tosotsu" del Mumonkan, Shana sobre "Cuenta las Estrellas en el Cielo" de los Koans Misceláneos, mientras que Marlis habló sobre "El asistente Kaku ofrece té" del Shoyoroku, Carolyn sobre "Ve Recto por el Camino de la Montaña con Noventa y Nueve Curvas" de los Koans Misceláneos. Cada orador transmitió un mensaje excelente.

   Di dokusan a todos los participantes del Kenshukai. Esta vez, cada participante del grupo 2C tuvo tres dokusan y los del 2B dos dokusan.

   Como viene siendo habitual, el día central del 9 de agosto ambos grupos se reunieron para informar de las actividades internacionales de la Sanbozen, junto con el debate de varios asuntos administrativos del Comité de Coordinación. Yo, junto con Sato Migaku Roshi y Henry Shukman Roshi, celebramos nuestra propia reunión de "Maestros Zen".

  Este mismo día por la noche, después de una interrupción de cuatro años, seis personas recibieron los preceptos en la Ceremonia de Precepto [Jukai]. Como líder oficiante, he llevado a cabo la Ceremonia de Precepto para aquellas personas no japonesas que lo deseaban, cada vez dentro del marco de los Kenshukai, desde el 2010. Ésta fue la sexta ocasión, con lo que el número total de los que han recibido los preceptos asciende a 48.

  Además, en este Kenshukai, del grupo 2B Dagmar Höhr fue nombrada Maestra Zen y del grupo 2C Arnd Peter y del grupo 2B Meg Vaughan-Fowler fueron nombrados Maestros Zen Asistentes.

 Al reflexionar sobre el Kenshukai de este año, sentí que el nivel de estudio de los koans había profundizado mucho. Podría afirmar que con cada Kenshukai el nivel de estudio de los koans ha ido profundizándose. 

  Casi todos los 37 asistentes de este año participaron en el programa completo. Los dos grupos se alternaban como observadores cuando uno de ellos estaba en activo. Cada uno de ellos participó activamente en discusiones que contribuyeron a debates muy animados con percepciones más profundas. En esta ocasión, la activa participación del grupo 2C fue especialmente impresionante. Por supuesto, quiero que continúen con ese espíritu.

   El éxito del Kenshukai de Manresa se debió a los responsables de la reunión, especialmente a la Maestra Zen Marlis Müting, principal organizadora del Kenshukai, y al director del Grupo de Toronto, Patrick Gallagher. Merecen nuestra más profunda gratitud. Junto a ellos, sin embargo, no debemos olvidar el apoyo que les brindó la Sangha de la Sanbozen Canadá. Mi más sincero agradecimiento a Marlis, a Patrick y a la Sangha de Canadá. Gracias desde lo más profundo de mi corazón.

   En 2024, el Kenshukai está programado para celebrarse del 10 al 18 de agosto en Weyarn, Alemania.

        (traducido por Mª Ángeles Herrán del inglés por Jerome Cusumano)

martes, 2 de enero de 2024

Programación anual 2024

 


martes, 5 de diciembre de 2023

Feliz Navidad 2023

 


jueves, 9 de noviembre de 2023

KYOSHO no. 404

 KYOSHO no. 404 

Comentarios iniciales de Yamada Ryôun

Pienso, sin embargo, no hay “yo”

   René Descartes (1596-1650) fue un filósofo y matemático conocido como el padre de la filosofía moderna. Dejó muchas obras, pero una de las más conocidas, publicada por él en 1637 a la edad de 41 años, fue Discourse de la méthode, que describe la base del sistema de su pensamiento. La proposición fundamental de esta obra es: "Pienso, luego hay un yo” (en latín: cogito ergo sum). Esta afirmación es sobradamente conocida como el fundamento metodológico que Descartes utilizó para buscar la verdad. Para alcanzar la verdad, Descartes descartó todas las presunciones y adoptó el método de dudar de todo (duda metódica).

   A través de este escepticismo metódico, puso en duda todo el mundo externo, incluido su propio cuerpo. Y concluyó: "De esta manera dudé de todo, pero no había duda de que había un 'yo' que dudaba." Por lo tanto, formuló esta proposición – "Pienso, luego hay un 'yo'" – como fundamento de toda una forma de pensar, como la verdad absoluta sin género de duda. 

  Del mismo modo, en lo que respecta a la existencia de los objetos materiales, tomó los atributos confirmados en el espacio de las tres dimensiones (anchura, profundidad, altura), es decir, los atributos geométricamente comprensibles, como la esencia de las cosas objetivas. La percepción relacionada con las cosas objetivas, por ejemplo, calientes, frías, dulces, ácidas, etc., se generaba a través del estímulo de los órganos perceptivos por las cosas objetivas. Para que algo se dé, algo que se da debe existir. Por lo tanto, se afirmó la existencia de objetos físicos. Pero el entendimiento a través de "los sentidos una vez rechazados por la duda metódica" no podía afirmarse como la verdadera esencia. De esta manera Descartes desenredó su argumento. 

  No hay duda de que Descartes fue un gran matemático y filósofo de los tiempos modernos primitivos. Pero creo que Descartes, por grande que fuera, cometió un error: es cierto, como él dijo, que no puede haber duda sobre el hecho de "pensar". Sin embargo, ¿dónde está el "yo" que está "pensando"? Descartes presuponía que para postular el "pensar" debe haber, por supuesto, un "yo" que está pensando. Sin embargo, Descartes también debería haber hecho de este "yo" el objeto de su duda metódica.

  No importa dónde uno mire, uno no puede encontrar este "yo". ¿Por qué, entonces, puede uno decir: "por lo tanto, hay un yo"? Lo que realmente existe es sólo el hecho de "pensar".

   Descartes entendía la esencia de las cosas objetivas como algo geométricamente comprensible y en oposición al "yo" del que nunca se podía dudar (dualismo físico). Sin embargo, si uno reconoce el mundo en el que sólo existe el hecho de "pensar" y el "yo" no existe en ninguna parte, entonces el mundo cambia dramáticamente. Desaparecido el "yo", el mundo opuesto al yo se desvanece. La frontera entre "pensar" y "la cosa pensada" desaparece. El "pensar" mismo se convierte en el "objeto mismo para ser pensado." En realidad, el "pensar" no se limita a ser el "objeto a pensar." Queda claro que "pensar" es, de hecho, toda la existencia.

   Al ver el monte Fuji en un día despejado, uno piensa "¡Hermoso!" Ese "¡Hermoso!" es el propio Monte Fuji. "¡Hermoso!", sin embargo, no se limita a ser el Monte Fuji. "¡Hermoso!" es realmente toda la existencia. 

  El Maestro Dôgen expresó esto como: "Claramente sabido: La mente no es más que montañas, ríos, la gran tierra, el sol, la luna y las estrellas". Estas palabras fueron el detonante de la gran iluminación de Koun Roshi. 

  Este mundo fue descubierto hace 2500 años por un joven indio, Gautama Siddhartha (más tarde Shakyamuni Buda). Se puede decir que era un mundo que René Descartes ni siquiera podía haber imaginado. Este mundo no puede ser comprendido intelectualmente. Por lo tanto, no es de extrañar que ni siquiera un genio como Descartes lo comprendiera. Esto se debe a que, en última instancia, la "inteligencia" brota de la inteligencia del propio yo, o de la inteligencia del "yo". Este mundo sólo puede ser descubierto a través de una experiencia de olvido del yo, o de soltar el "yo".

   La posición fundamental de nuestra Sanbozen es "estar en el punto de origen del budismo a través de la puerta del Dharma de Dôgen Zenji." "El punto de origen del budismo" significa, por supuesto, la experiencia de encontrar el Ser como lo hizo Gautama Siddhartha. La posición fundamental de nuestra Sanbozen es dedicarse a conseguir esa experiencia de descubrimiento del Ser por Gautama Siddhartha, y compartir ese descubrimiento a través de nuestra propia experiencia. No debemos olvidar esto nunca. Y para lograr este fin no tenemos otro camino que sentarnos con todas nuestras fuerzas y olvidarnos de nosotros mismos, en otras palabras, dejar ir el "yo". Debemos tener en cuenta que el "zazen" en sí mismo es el fundamento de todos los fundamentos, el origen de todos los orígenes. 

(traducido por Mari-Ángeles Herrán del inglés por Jerome Cusumano)

lunes, 24 de abril de 2023

La jaula del dualismo

 


 Estamos encerrados en la jaula del dualismo: debemos salir de ella, y éste es el objetivo de la "meditación"

viernes, 6 de enero de 2023

Entrevista a Bruce Harris

    "Vivir lo que estamos llamados a vivir, lo más plenamente posible"

Bruce Harris, pintor y artista de grabados en madera, nació y creció en el norte California. Durante los años setenta practicó Rinzai Zen, primero en Londres, luego en Daishu-in en Kioto bajo la dirección de Soko Morinaga Roshi, quien le dio orientación por correspondencia tras regresar a vivir en Francia. 

 A principios de los años 80, Bruce recurrió al linaje Sanbo Zen, estudiando con Kôun Yamada Roshi en Kamakura hasta la muerte del Roshi en 1989, luego con su sucesor Ryoun Yamada en Tokio. A lo largo de los años, ha regresado a Japón lo más frecuentemente posible, recibiendo la guía vívidamente clara, amable e intransigente de Ryôun Roshi. 

 Reside en Montpellier, en el sur de Francia, comparte su práctica de una manera sencilla, con un estilo no-monástico, tanto en Francia y en España, como en los Estados Unidos (California, Virginia Occidental). Aquí nos habla de su encuentro con el Zen, especialmente en los años iniciales; su encuentro con la espiritualidad de los Padres del Desierto; y el vínculo entre el ascetismo y la experiencia espiritual.

¿Qué te llevó a seguir este camino?

 Tres cosas, principalmente, me inspiraron a explorar el Camino Zen. 

 Primero, la experiencia de lo bello. Crecí en un ambiente donde el arte y la creación se consideraban de gran valor. Mi padre era pintor y profesor de historia del arte, y mi madre trabajó con vidrieras y hacía jardines japoneses. Lo que me interesó, más que la producción de obras de arte era encontrar la fuente de Belleza. En el Zen, descubrí que la experiencia estética y la espiritual coinciden perfectamente.

 Lo segundo que me inspiró tomar el Camino Zen fue la muerte de mi hermano mayor. Él tenía diecinueve años, y yo doce, cuando murió. De hecho, no fue que yo me inspirara por este suceso, sino más bien que me sumergí, a pesar de mí mismo, y durante varios años, en un extraño estado de oscuridad y luz al mismo tiempo. Todos los seres y las cosas a mi alrededor, incluyéndome a mí mismo, perdieron su significado, se vaciaron de consistencia. Sin embargo, todo se infundió de una confianza/presencia clara y amorosa. Claro que a la edad de doce años no entendía lo que esto significaba.

 Años más tarde, en los encuentros con los maestros Zen y con los Padres del Desierto (en particular con el Padre Sophrony) llegué a entender cómo la gracia (Pura Presencia revelándose en el corazón de toda experiencia) a veces se experimenta "negativamente" como una ausencia, en la forma de oscuridad.

 Esto se debe a que nuestro cuerpo/mente aún no es capaz de contener tal gracia. Es el sello distintivo de cualquier praxis espiritual válida hacer que el cuerpo/mente humano sea fuerte y suficientemente flexible, o debería decir lo suficientemente transparente, para recibir la poderosa carga de gracia/despertar y encarnarlo plenamente. Por lo tanto, la otra cara de esta profunda oscuridad es revelada - pura luz/conciencia. 

Según el Zen, la presencia viva del despertar está brotando dentro de nosotros y brillando en nosotros desde todos los ángulos, momento a momento. El "arte de la práctica" consiste en sintonizarnos suavemente, haciéndonos disponibles a este hecho/proceso vivo siempre presente. En cualquier caso, lo que me preocupaba en esos primeros años era esta pregunta: "Si todo lo que amamos, personas y cosas, perece inevitablemente ¿dónde está, entonces, el verdadero amor?" 

 La tercera motivación para mí se refería a la verdadera paz. A los diecisiete años, me llamaron a filas para participar en la guerra de Vietnam. Me posicioné como objetor de conciencia y se me dio la opción de ir cinco años a prisión o abandonar el país. Me fui a Inglaterra, donde pensé en estudiar Bellas Artes. De hecho, antes de encontrarme con el Zen, vagué durante un par de años en Irlanda y Escocia, y visité los sitios sagrados de Grecia e India. Durante este tiempo, sentí con dolor la diferencia entre llamarme a mí mismo pacifista y estar verdaderamente en paz. Esta contradicción también me llevó a la práctica del Zen y a la invitación del Zen a "ver directamente en la naturaleza esencial del corazón humano" la morada de la paz inherente

 ¿Puedes hablarnos de los primeros años de tu experiencia Zen, especialmente de la vida monástica en Japón?

 Los primeros años de mi búsqueda en el Zen fueron coloreados por el enfoque Rinzai y mi interés en la vida monástica; primero en Londres, luego en Daishu-in en Kioto, Japón, con Soko Morinaga Roshi (1925-1995). Mi aventura monástica no fue un gran éxito en mi opinión, aunque tuvo un impacto duradero en mí. Con el estímulo de Morinaga Roshi, volví a Francia para cuidar a mi madre hasta su muerte, haciendo de esto el contexto vivo de mi práctica. Este período duró unos cinco o seis años. Morinaga insistió en que la esencia del Zen, que es el descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza y la expresión de ese descubrimiento en nuestras vidas, no está necesariamente ligada a una vida monástica. Lo más importante es poder responder plenamente a lo que la vida nos pide, entregarnos totalmente en la muerte y al renacimiento de cada momento, según las circunstancias siempre cambiantes. 

Durante mucho tiempo, no pude aceptar su consejo con facilidad. Pero él insistió en sus cartas, "Vivir lo que tengas que vivir tan plenamente como sea posible, eso es de lo que se trata el Zen. Ni siquiera con la idea de tener éxito o fracasar, y no por el deber, solo 3 entregando tu vida a lo que hay que hacer". De esta manera me acostumbré poco a poco a lo que se llama Shugyo (práctica de la aceptación en la vida diaria), es decir, enfrentándose y respondiendo directamente a la situación real de cada día; y por la noche, continuar con la sentada del Zazen.

 También me sugirió que buscara un amigo y guía espiritual, un contemplativo con experiencia, no necesariamente budista, con quien pudiera hablar abiertamente y que me acompañara en mi recorrido

 ¿Así es como exploraste el camino contemplativo cristiano, y conociste, en Inglaterra, al Padre Sophrony, que había vivido veintitrés años en el Monte Athos y fue discípulo de Saint Silouane...?

 Este encuentro con el Padre Sophrony y la espiritualidad de la Philokalia (el Amor de lo Hermoso - la enseñanza de los Padres del Desierto) fue un regalo inestimablemente valioso. El Zen se expresa en el lenguaje de la no-dualidad; el lenguaje de los Padres del Desierto es el del amor. Al experimentar el camino de la Oración del Corazón descubrí que estos dos idiomas se complementaban maravillosamente.

 Después de la muerte de mi madre, escribí a Morinaga Roshi, expresando mi deseo de regresar a vivir en su templo. Pero él se negó. Me dijo: "Es más importante que te quedes meditando cerca de las cenizas de tu madre, preguntándote: "¿Dónde está ella ahora?" y resolviendo también la pregunta "¿Quién está exactamente de luto?". 

 En una de sus cartas, hizo una predicción, asegurándome que algún día volvería a Japón para completar mi entrenamiento Zen. Y eso es exactamente lo que sucedió. Mientras tanto, me casé y fundé una familia. Vivíamos una vida sencilla en el campo; durante el día continué con mi arte (grabados en madera), jugué con mis hijos y siempre, por la noche, me sentaba en Zazen.

 Unos años más tarde, en una librería de Londres, me topé con un libro de Yamada Kôun, quien inició el linaje Sanbô Zen. Me impresionó la claridad de su enseñanza y la dulzura que emanaba de su ser. A través de sus palabras, Koun Yamada irradiaba a la vez claridad de visión y calor humano. Sentí que era con él con quien debía continuar estudiando Zen. Le mostré su foto a mi esposa, que dijo: "Por supuesto que deberías conocer a este hombre". Así es como fui a conocerlo a Kamakura. Recibir dokusan de Kôun Yamada a lo largo de los años 80 lo que facilitó y aclaró percepciones anteriores. Y esto ha sido así, en un grado aún mayor, bajo la transmisión más vigorosa y rigurosa del Dharma de Ryôun Roshi a lo largo de los años 90, hasta hoy.

 Actualmente ¿dirías que has encontrado la respuesta a tus tres preguntas sobre la belleza, el amor y la paz?

Descubrí que la belleza, el amor y la paz son tres nombres para la misma experiencia fundamental: el reconocimiento de nuestro propio y más íntimo ser, y el fundamento de todo lo que es. No son tres experiencias diferentes, sino la fuente y la sustancia de toda experiencia, vivida directamente dentro de uno mismo, con toda sencillez e inocencia. 

 ¿Por qué se hace referencia al Zen como un camino directo?

 El Zen es una de las principales tradiciones no-duales. En este enfoque, se nos lleva directamente a nuestra naturaleza esencial. Saboreamos el terreno inefable del ser desde el principio, sin necesitar ningún prerrequisito. Lo primero es reconocer esta experiencia iniciática, volver a ella una y otra vez, saboreando y familiarizándonos con ella. Al mismo tiempo, permitimos que el cuerpo y la mente se sintonicen con este descubrimiento. Con el tiempo, hay una realineación natural de nuestros pensamientos, palabras, actividades y relaciones con nuestro amor y comprensión más profundos – el despertar intrínseco. 

 ¿Puedes hablarnos sobre la manera en la que enseñas?

Sin dejar de ser fiel a los buenos métodos del Zen tradicional - la contemplación (zazen), presentación del dharma (teisho) y guía individual (dokusan) - trato de compartir la esencia del Zen de una manera sencilla y directa. Lo importante para mí es que cada persona viva su vida en plenitud, verdaderamente feliz y en paz.

                                              De una entrevista por Nathalie Calmé

martes, 20 de diciembre de 2022

Feliz Navidad

 


2022

jueves, 21 de abril de 2022

La riqueza que guarda el silencio

La riqueza que guarda el silencio

Vivimos en un mundo donde sólo importa cada uno, el individualismo está presente en cada paso que damos, lamentablemente. Sin embargo, es muy extraño escuchar a alguien decir que se toma unos minutos al día para realmente pensar en si mismo de la mejor manera posible, ¿cómo? Mediante el silencio.

Es que el silencio es una excelente herramienta para muchas cosas, desde enriquecer nuestra vida interior a “bajar varias revoluciones” cuando estamos ansiosos, nervioso o estresados. Es necesario parar de hablar un momento, dejar de escuchar la televisión o a las personas (desde la pareja a los amigos, pasando por los políticos o los periodistas) y comenzar a conectarnos más con el silencio.

Los estímulos que nos rodean (publicidad, televisión, radio, PC, móvil, redes sociales, conversaciones, bocinas) hacen que nuestro cerebro siempre esté en “alerta”. Estamos continuamente pendientes de lo que ocurre más allá de nuestro cuerpo, hasta cuando dormimos. Sin ellos, podemos sentirnos solos, abandonados, con miedo, etc.

Pero, ¿Qué puede suceder si nos quedamos en silencio verdadero, ese que sólo está en el campo, en el amanecer, en el mar? ¿Qué es lo que se puede encontrar en este silencio o falta de sonidos molestos? ¿qué tiene para aportarnos a nuestro despertar como personas?

El silencio en el mundo occidental, dice el psicólogo chileno Claudio Araya en su libro “El mayor avance es detenerse”, está desvalorizado. Se cree que es algo malo, que no podemos quedarnos callados o no escuchar nada por algunos minutos. Tal como podemos ver o analizar al mundo hoy, pareciera que le tenemos mucho miedo al silencio.

Según el escritor español Raimon Panikkar, una de las enfermedades del hombre moderno es la “sigefobia”, justamente, el temor al silencio. Esto se debe a que vivimos en una sociedad donde el poder más terrible a disposición es el ruido, el sonido. Por el contrario, el silencio se presenta como un lujo muy costoso. Para no oír debes ser demasiado rico. No sólo los niños tienen terror del silencio, sino cada vez más adultos. Por ello es que nos musicalizan hasta el ascensor (¿te habías puesto a pensar en eso?). Estas son las palabras de Araya.

 

El espacio íntimo del silencio

Es frecuente que surja incomodidad cuando hay silencio, ¿por qué? Porque es un espacio íntimo de cada uno de nosotros que no ha sido explorado a fondo todavía. Cuando estamos con otras personas y por alguna causa paramos de hablar, nos sentimos en una situación embarazosa. Cuando escuchamos un programa de radio y el locutor tarda dos segundos en volver a hablar, pensamos que algo ha ocurrido y nos llama la atención. Sin embargo, en muchos casos, es más saludable quedarse callado a hablar de más.

Estar en silencio nos ayuda en la salud psíquica. Por ello, los psicólogos recomiendan para tener una vida interior tranquila y en paz, tener momentos de silencios, sobre todo después de una jornada caótica en la empresa, en una ciudad con problemas de tránsito y repleta de ruidos a todas horas. Es necesario que paremos un momento. Estar solo en casa o irse a algunos kilómetros del centro sirve para analizar ciertas cuestiones: qué quiero, qué necesito, qué me preocupa, cómo actuar, cómo continuar, qué decidir, etc. Esto se consigue únicamente, con la ayuda del silencio.

Poder encontrar y disfrutar del silencio de nuestro interior puede sonar irónico, porque dentro de nuestra mente y cuerpo hay un sinfín de ruidos y sonidos, que no se manifiestan con palabras pero pueden ensordecer mucho más que cualquier otra cosa. Lo que está contenido debe salir, porque cuántos más problemas tengamos en escucharnos, más dependeremos del mundo exterior para poder resolver nuestra vida.

Con la vorágine del día a día, la rutina, las obligaciones, el llegar primero, el llenar la agenda de actividades, etc, carecemos de riqueza interior, no podemos interpretar las señales que nos brinda el cuerpo, no estamos acostumbrados a las prácticas beneficiosas como puede ser el zen, que nos acerca a nosotros mismos, aumentando el contacto con lo que realmente nos pasa.

Las excusas no tardan en aparecer, porque en esta tarea juegan mucho la voluntad y la disposición para poder hacer zazen y la obtención del tan ansiado o bendito silencio. Es probable que digamos que no tenemos tiempo para sentarnos a “escuchar la nada”.

Cuánto más tiempo dejamos pasar para reencontrarnos con nosotros mismos, más momentos de silencios vamos a precisar. El autoconocimiento es vital para alcanzar la felicidad (que tanto buscamos) y también para poder resolver los problemas que nos aquejan en todos los ámbitos de la vida. Por ello, no debemos tenerle miedo a la falta de sonido, a la carencia de ruido o de palabras dichas. Todo lo contrario, es preciso que aprovechemos esos momentos que nos podemos regalar o que el mundo “conspira” para ofrecerlos. No dejemos pasar esa oportunidad de estar en sintonía con nuestro interior y lo que nos ocurre.

 

lunes, 14 de marzo de 2022

Querida Remedios

Querida Remedios:

        Estamos haciendo el Retiro Mensual que, durante muchos años, nos preparaste y organizaste con amor incondicional, invitándonos a compartir la quietud y el silencio en una atmósfera acogedora, confortable, cálida, al ofrecernos un espacio en el Sanatorio Covadonga y en Lastres, con ese gran sentido de pertenencia a la Orden de la Congregación de las Dominicas de la Anunciata y a su Fundador el P. Coll que impregnaba tu actuar.

        Supiste ver que hay buscadores/as de un camino espiritual,  desde tu visión de la Contemplación, abierta a nuevos horizontes.

        A ese espacio hemos ido llegando nosotros/as moribundos del alma, quebrantados, maltrechos, impulsados en nuestra búsqueda y atraídos/as por la confianza que irradiaba tu presencia.

        Nos iniciaste en la práctica de la Quietud y el Silencio con todo lo que emana de tu persona: delicadeza, respeto, generosidad, silencios y palabras, siempre oportunas, consoladoras, estimulantes, sabias.

        Seguimos haciendo lo que nos enseñas desde 1996; un Retiro un sábado entero una vez al mes, todas las semanas los días viernes y sábados durante  una hora y media

        En el silencio nos encontramos y permaneces con nosotras/os  a través del tiempo.

        Gracias