Zazenkai En La Naturaleza.- Domingo 5 de julio
de 2015.
En Puebla de Lillo lucía el sol. La temperatura era buena:
sol y suave brisa.
Eran las once cuando nos encontramos en mi casa. Una
pequeña parada del grupo que venía de Asturias
para saludarnos y prepararnos para la marcha.
Nuestra guía había elegido un camino entre árboles para
protegernos del sol durante la práctica. Ella nos esperaba en Cofiñal, de ahí
partimos hacía La Guaría para celebrar un Zazenkai en la Naturaleza.
Loly nos fue dando las instrucciones para poder tener una
buena práctica y disfrutar de la experiencia: Sole, nuestra guía, iría delante
y los demás en fila, separados algo más de un metro caminando con atención
plena. Cuando llegamos a La Guaría entramos
en silencio.
El camino empezó con una subida. Un mantillo de semillas de
chopos bajo nuestros pies nos daba la bienvenida. Nos adentramos en un paraje solitario alejándonos del pueblo. Aparecieron los robles a ambos
lados filtrando el sol y el microclima
del sendero se hizo más agradable. Treinta minutos y primera parada para la
práctica del zazen.
Los robles dejaron
paso a las hayas y tras otros treinta
minutos llegamos a un alto desnudo de árboles y rodeado de montes. Seguimos a
la izquierda, caminado entre matojos que arañaron nuestras piernas hasta otro
pequeño alto escondido al caminante
inexperto desde donde el paisaje se abría a una hermosa vista: Los Caspiazos.
Abajo el río descendía
originando saltos de agua que formaban pozas de agua quieta antes de
entrar otra vez en
descenso
y acabar en otra poza: Entrevados .Este
espectáculo nos separaba de la Peña de San Justo. Inmersos en la
naturaleza,
hicimos
Gi-gong.
Comenzamos el descenso caminando con cuidado sobre la
hojarasca, atentos para evitar caídas y en media hora llegamos a un bosque de
hayas donde se abrían islotes de praderas. Paramos a comer. Tras el descanso, un poco de
Tai-chi: Jose dirigió la práctica con breves instrucciones tan claras y
didácticas que nos atrevimos a imitar
los movimientos armoniosos que él
repetía danzando en medio del bosque
con el sonido de las hojas mecidas por la brisa.
Y continuamos nuestra práctica por el camino de regreso,
una parada más, un zazen más y seguimos descendiendo hasta la fuente Lalera.
Agua fría para saborear toda la
naturaleza y sellar una jornada de
Zazenkai diferente.
Llegamos al puente sobre el río Porma y empezamos a salir del silencio. Cogimos los coches para regresar a Lillo y
aquí, compartimos la experiencia, merendando y charlando sin prisas, viviendo
la armonía interiorizada en nosotros después de la jornada.