KYOSHO no. 404
Comentarios iniciales de Yamada Ryôun
Pienso, sin embargo, no hay “yo”
René Descartes (1596-1650) fue un filósofo y matemático conocido como el padre de la filosofía moderna. Dejó muchas obras, pero una de las más conocidas, publicada por él en 1637 a la edad de 41 años, fue Discourse de la méthode, que describe la base del sistema de su pensamiento. La proposición fundamental de esta obra es: "Pienso, luego hay un yo” (en latín: cogito ergo sum). Esta afirmación es sobradamente conocida como el fundamento metodológico que Descartes utilizó para buscar la verdad. Para alcanzar la verdad, Descartes descartó todas las presunciones y adoptó el método de dudar de todo (duda metódica).
A través de este escepticismo metódico, puso en duda todo el mundo externo, incluido su propio cuerpo. Y concluyó: "De esta manera dudé de todo, pero no había duda de que había un 'yo' que dudaba." Por lo tanto, formuló esta proposición – "Pienso, luego hay un 'yo'" – como fundamento de toda una forma de pensar, como la verdad absoluta sin género de duda.
Del mismo modo, en lo que respecta a la existencia de los objetos materiales, tomó los atributos confirmados en el espacio de las tres dimensiones (anchura, profundidad, altura), es decir, los atributos geométricamente comprensibles, como la esencia de las cosas objetivas. La percepción relacionada con las cosas objetivas, por ejemplo, calientes, frías, dulces, ácidas, etc., se generaba a través del estímulo de los órganos perceptivos por las cosas objetivas. Para que algo se dé, algo que se da debe existir. Por lo tanto, se afirmó la existencia de objetos físicos. Pero el entendimiento a través de "los sentidos una vez rechazados por la duda metódica" no podía afirmarse como la verdadera esencia. De esta manera Descartes desenredó su argumento.
No hay duda de que Descartes fue un gran matemático y filósofo de los tiempos modernos primitivos. Pero creo que Descartes, por grande que fuera, cometió un error: es cierto, como él dijo, que no puede haber duda sobre el hecho de "pensar". Sin embargo, ¿dónde está el "yo" que está "pensando"? Descartes presuponía que para postular el "pensar" debe haber, por supuesto, un "yo" que está pensando. Sin embargo, Descartes también debería haber hecho de este "yo" el objeto de su duda metódica.
No importa dónde uno mire, uno no puede encontrar este "yo". ¿Por qué, entonces, puede uno decir: "por lo tanto, hay un yo"? Lo que realmente existe es sólo el hecho de "pensar".
Descartes entendía la esencia de las cosas objetivas como algo geométricamente comprensible y en oposición al "yo" del que nunca se podía dudar (dualismo físico). Sin embargo, si uno reconoce el mundo en el que sólo existe el hecho de "pensar" y el "yo" no existe en ninguna parte, entonces el mundo cambia dramáticamente. Desaparecido el "yo", el mundo opuesto al yo se desvanece. La frontera entre "pensar" y "la cosa pensada" desaparece. El "pensar" mismo se convierte en el "objeto mismo para ser pensado." En realidad, el "pensar" no se limita a ser el "objeto a pensar." Queda claro que "pensar" es, de hecho, toda la existencia.
Al ver el monte Fuji en un día despejado, uno piensa "¡Hermoso!" Ese "¡Hermoso!" es el propio Monte Fuji. "¡Hermoso!", sin embargo, no se limita a ser el Monte Fuji. "¡Hermoso!" es realmente toda la existencia.
El Maestro Dôgen expresó esto como: "Claramente sabido: La mente no es más que montañas, ríos, la gran tierra, el sol, la luna y las estrellas". Estas palabras fueron el detonante de la gran iluminación de Koun Roshi.
Este mundo fue descubierto hace 2500 años por un joven indio, Gautama Siddhartha (más tarde Shakyamuni Buda). Se puede decir que era un mundo que René Descartes ni siquiera podía haber imaginado. Este mundo no puede ser comprendido intelectualmente. Por lo tanto, no es de extrañar que ni siquiera un genio como Descartes lo comprendiera. Esto se debe a que, en última instancia, la "inteligencia" brota de la inteligencia del propio yo, o de la inteligencia del "yo". Este mundo sólo puede ser descubierto a través de una experiencia de olvido del yo, o de soltar el "yo".
La posición fundamental de nuestra Sanbozen es "estar en el punto de origen del budismo a través de la puerta del Dharma de Dôgen Zenji." "El punto de origen del budismo" significa, por supuesto, la experiencia de encontrar el Ser como lo hizo Gautama Siddhartha. La posición fundamental de nuestra Sanbozen es dedicarse a conseguir esa experiencia de descubrimiento del Ser por Gautama Siddhartha, y compartir ese descubrimiento a través de nuestra propia experiencia. No debemos olvidar esto nunca. Y para lograr este fin no tenemos otro camino que sentarnos con todas nuestras fuerzas y olvidarnos de nosotros mismos, en otras palabras, dejar ir el "yo". Debemos tener en cuenta que el "zazen" en sí mismo es el fundamento de todos los fundamentos, el origen de todos los orígenes.
(traducido por Mari-Ángeles Herrán del inglés por Jerome Cusumano)
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